Hace unos días, persuadido por algunos alumnos y amigos, me animé a desarrollar un seminario sobre didáctica del mimo dirigido a quienes ofrecen o quieren ofrecer talleres de este arte.
¿Cómo se hace un taller? La demanda lleva implícita una actitud responsable no muy frecuente porque lo común es que se participe en un taller y al concluir se ofrezca "como propio" lo que se recibió en él.
Si bien es cierto, cualquiera enseña: los padres a los hijos, los hijos a los padres, los amigos, los enemigos. "Enseñar" es algo un poco más complejo, exige tener claridad en algunas cosas: es necesario saber cómo es que aprendemos, qué procedimientos son más eficaces para enseñar; tener metas claras, principios, planes, un programa de estudios. Así, el problema de la enseñanza se complica un poco más, pero no deja de ser un rol común al ser humano.
Ésta no es una crítica a quienes inician un taller a ciegas. Seguramente te pasó, o pasa, una de estas dos cosas:
1) Te solicitan unas lecciones de eso que acaban de verte hacer (me pasó a mí) y, aunque no eres profesor, tienes que decidir entre negarte o aceptar. Si te niegas dirán que eres un egoísta, que quieres el conocimiento para ti solo.2) Sabes algo que quieres compartir y te ves enfrentado al problema de no saber cómo ofrecer la lección.
No te ofrezco la panacea pedagógica, sólo treinta años de experiencia y algunos resultados que me animan a decirte que esto que aprendí estudiando y enseñando te puede servir.
Conversando sobre esto, otros amigos me cuestionaron: ¿por qué sólo para mimos? Tuve que reconocer que en verdad no era sólo para mimos. Porque, si bien esta experiencia estará particularizada por ese enfoque, lo que vamos a tratar y desarrollar es semejante a cualquier situación de enseñanza–aprendizaje que se podría presentar en una relación maestro–alumno. Así que, las orientaciones que alcanzaré sobre la didáctica son de uso en un taller de mimo, de teatro, expresión corporal, malabarismo, etc.