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martes, 15 de febrero de 2011

¡Por qué no se callan!

Hace algún tiempo compré un televisor para ver fútbol  Asistir a un estadio se había convertido en un riesgo que no valía la pena correr.

Con los años el control remoto se hizo inservible y poco después los botones del televisor. No importaba, volumen en cero y ya. Así disfruté del mundial de Alemania y Sudáfrica, éste último sin vuvuzelas.

Hasta el día que conseguí subir el volumen para escuchar una conversación en “Tiempo después”; concluido el programa, no pude volver a bajar el volumen.

Así, seguir la participación del equipo representativo de Perú en el sudamericano sub 20 se ha convertido en una molestia que no puedo solucionar cambiando de canal porque todos los narradores, comentaristas y más yerbas del ramo son, definitivamente, deficientes mentales. No encuentro otra razón a su insistencia en relatarnos lo que estamos viendo. Me pregunto cómo hacen para prescindir de la inteligencia. ¡Y cuando analizan una jugada!