Traducir

sábado, 31 de julio de 2021

Cualquier tiempo pasado fue mejor

En un grupo de amigos solía bromear con quienes evocaban con nostalgia aquella copla de Jorge Manrique: “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. No lo volveré a hacer. 

Cansado del pésimo servicio de Movistar cancelé mi contrato con esa empresa, activé la TDT en mi televisor y me dispuse a ver un programa sobre deportes. Lo hice con mi mejor ánimo, pero los encargados de presentarlo rápidamente me hicieron añorar el pasado.

Los señores a cargo de los programas actuales demuestran que todo eso que peyorativamente atribuimos a las mujeres tenemos que reconsiderarlo. No, no es una característica de las mujeres; en todo caso, de algunas; como también de algunos dizques “periodistas”: hablan al mismo tiempo, no se escuchan, gritan; no informan, no conversan, no razonan; parlotean, murmuran, cuchichean, comadrean. Sin ningún respeto por el público; mientras uno de ellos permanece arrellanado y displicente, atento a su teléfono, el otro se desaliña sin esfuerzo; los acompañan otros que no hace falta citar. A estos caballeros; un coordinador, director o alguien, debería hacerles notar que si bien trabajan para una estación de radio, ésta también emite una señal de video.

Cualquier profesional, que se precie de serlo, se prepara teórica y técnicamente. Asumamos que cognitivamente están preparados, pero no tengo que esforzarse mucho para opinar que técnicamente no. Las competencias que deberían tener para ser considerados profesionales: impostación, dicción, propiedad y elegancia en el lenguaje, presencia, etc., están ausentes en estos señores. Mejorarían bastante si, para comenzar, tuvieran presente aquél viejo refrán: “cuando un burro rebuzna los demás paran las orejas”.

Como a muchos, les falta ambición. Se conforman con su mediocridad, de la que supongo creen liberarse criticando la mediocridad de otros. Hay que ser bien caradura para criticar una deficiencia en un deportista siendo un comunicador, locutor, con las carencias señaladas.

martes, 13 de julio de 2021

De "Líderes de opinión" e "influencer"

Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira
todo es según el color
del cristal con que se mira.

Ramón de Campoamor

Allá por los años 80, comenzando la década, dictaba clases en el Club de Teatro. Un día comenté que necesitaba cortarme el cabello. Zarelita, muy solicita, me dijo que por ahí cerca ofrecía sus servicios una muy buena peluquera. Tomé nota de la dirección y fui. Realmente era buena en su trabajo; así que, me convertí en un cliente más.

Y como suele suceder en estos casos, la cháchara cliente-peluquera, peluquera-cliente, se hizo confidencial. Un día, hablando de mi oficio, comenzamos a hablar de los actores. De pronto, recordó a un colega argentino afincado en Perú. Me contó que lo conoció cuando trabajaba en la peluquería de un reputado estilista de la época. El personaje, en mención, que ya lucía una avanzada calvicie, acudía a que le tiñan el cabello que le quedaba. Uno de esos días lo atendió ella. En un momento de la tarea se percató de que el tinte estaba manchando el cuero cabelludo del cliente. Muy preocupada, informó del asunto al estilista. El reputado coiffeur la calmó; le alcanzó una mota de algodón embebida en un poco de detergente de vajillas y la instruyó: “si te pregunta, dile que es un producto francés…” Así lo hizo. Entre risas, recordó que el actor había comentado que se sentía como una cacerola; y que se fue satisfecho.

La credibilidad del coiffeur había salvado el momento. Yo también hubiese creído lo que me dijese. Era el salón más prestigioso del país. Pero a cuento de qué viene todo esto, ¿Puro chisme? No.

Hasta hace muy poco eran los "líderes de opinión", ahora son los “influencer” los que moldean la conducta de los individuos. Como el gran coiffeur, éstos son vistos como alguien en quien se puede confiar (juicios, opiniones, etc.) y, por lo tanto, como ejemplos a seguir sin necesidad de evidencias que demuestren que lo dicho por estas personas es verdad. Pura confianza, creencia, esperanza en que lo que dicen es legitimo, cierto: fe.

Estos líderes de opinión y o influencer se aprovechan de nuestra necesidad de saber, estar al tanto, conocer las cosas. 

Neil deGrasse Tyson, astrofísico y divulgador científico, director del Planetario Hayden en el Centro Rose para la Tierra y el Espacio, dice: “La gente tiene una necesidad incontrolable de tener una respuesta para lo desconocido. Entonces pasa de una declaración totalmente ignorante a una declaración totalmente segura”.