Recordando los procedimientos que, en la primaria, la profesora Flor me enseñó para germinar un fréjol, durante el covid me di a la tarea de sembrar algunas semillas de ají; y vi que, de manera inevitable, de cada semilla germinaba una planta de ají y no otra cosa.
De tanto en tanto recibo mails preguntando por clases o talleres de mimo. Como tengo el prejuicio de pensar que se trata sólo de curiosidad o entusiasmo pasajero, suelo darle largas al asunto.
Más de un amigo me ha preguntado el porqué, y no puedo evitar, en respuesta, narrarles el encuentro que tuve con un joven en un café: se acercó, me extendió la mano y dijo:
−Quiero aprender mimo−¿Sí?−Sí−¿Por qué?−Porque quiero enseñar, ahora hay mucha gente que quiere aprender−¡Ah! Te parece que sería un buen negocio−Sí, ahora llaman mimos para todo, hasta para dirigir el transito.