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sábado, 16 de noviembre de 2024

No encolochar

Haz lo que te gusta
y no trabajarás un día

Confucio

En rigor, Confucio no dijo ganarás plata.

Convengo con el aforismo, hago lo que me gusta. ¿Gano plata con eso? No. En mi opinión, esas son dos actividades completamente distintas; que podrían ir por el mismo camino, pero que, generalmente, no lo hacen. Además, no le pongo el mismo empeño a hacer lo que me gusta que a ganar dinero.

Cuando hago lo que me gusta, no pienso en el dinero; cuando procuro dinero, no me detengo a pensar si, lo que estoy haciendo, me gusta o no; me basta con que sea lícito.

Cuando uno hace lo que le gusta, involucra todo el ser en la tarea, como cuando se ama. Por lo demás, la acción de amar es algo muy complicado. Felizmente, el común de las personas se complace con unas palabras.

Sobre esto, recuerdo a un amigo que vivía en Villa El Salvador, exactamente por la «curva del diablo». Se enamoró de una chica que vivía en Puente Piedra, por «Las Lomas». Todos los días, muy temprano, salía de su casa en Villa El Salvador e iba a Puente Piedra; ahí, se encontraba con ella y la acompañaba a su trabajo, en el Centro de Lima; luego, él se iba al suyo. Por la tarde, al terminar la jornada, pasaba por ella y la acompañaba a su casa, en «Las Lomas» y, de ahí, se dirigía a la suya, por «La curva del diablo». Así, todos los días. De su casa, a la de ella, media una distancia de unos sesenta kilómetros. El hacia ese tramo dos veces, o sea, recorría ciento veinte kilómetros. Adicionalmente, de Las Lomas al centro de Lima, otros treinta kilómetros que, de ida y vuelta, suman sesenta kilómetros más. Es decir, todos los días él recorría unos ciento ochenta kilómetros; distancia que, en una ruta sin obstáculos, se puede hacer en unas dos horas; pero no en Lima. Y él lo hacía, con gusto; bueno, esto último, no sé; imagino que sí.

Eso no le reportaba dinero, todo lo contrario: gastaba en pasajes, de él y de ella. Invertía, además, tiempo. Me pregunto entonces ¿qué fuerza lo empujaba a actuar así?

Bueno, cuántos de nosotros nos sentimos impulsados, de la misma manera, a ganar dinero. Cuántos salimos temprano a «recorrer noventa kilómetros», pasar por los inconvenientes que eso supone y hacer lo necesario. Y luego de la jornada, muy tarde, hacer el mismo recorrido, volver a casa y descansar un par de horas, para repetir lo mismo al día siguiente.

No. Hacer lo que a uno le gusta, no es lo mismo que trabajar. Trabajar es otra cosa; ganar plata, también. Trabajar es tener una obligación pagada que, dependiendo de la demanda y o competencia, bien o mal remunerada.

Por cierto, para acumular dinero hay que tener talento.

jueves, 20 de julio de 2023

Sophie y Kundera

Hace unos días, departiendo con unos amigos, recordábamos cómo nos conocimos unos a otros. La charla, que había tomado un giro artificial, solemne, iba en esa línea hasta que Gabriel contó que conoció a su mujer el día que ella le gano, por puesta de mano, el libro que él estaba buscando. ¡Te casaste por un libro! lo vacilamos. ¿Dónde fue eso? Preguntamos. En 'Época', del ovalo Gutiérrez, remató entre risotadas.

Por eso, cuando me tocó, sin esfuerzo recordé que... Sophie tardaba; que mientras esperaba admirando la ciudad desde las escalinatas del Sacré Coeur, recordaba en silencio la canción de Brassens que habíamos repetido tantas veces la noche anterior celebrando la muestra de Didier: Au village, sans prétention / J'ai mauvaise réputation / Qu'je me démè-ne ou que je reste coi / Je passe pour un je-ne-sais-quoi / Je ne fait pourtant de tort à personne / En suivant mon chemin de petit bonhomme…

Cuando llegó, agitada, disculpándose de muchas maneras; traía el cabello mojado. Abriendo la cartera, que llevaba a la bandolera, extrajo tres libros:

miércoles, 5 de julio de 2023

El espíritu de lăo hŭ

Hace algunos años, casi cuarentaicinco, me encontraba disfrutando un café en el Tívoli (quedaba en la Colmena, a media cuadra de la plaza San Martín) cuando un amigo, medio en broma medio en serio, me preguntó por qué no participaba en torneos de Vale tudo (una forma antecesora de las actuales competencias de artes marciales mixtas). Asombrado, le pregunté: –¿Quieres que me maten? Extrañado me retrucó, mientras gesticulaba simulando unos golpes con el canto de la mano: –Pero, ¿no eres estudiante de…?

Por esos días existía el mito que presentaba a los practicantes de lo que ahora llaman genéricamente artes marciales como buenos luchadores, así que cuando se enteraban que practicaba con ellos, invariablemente suponían que debía pelear bien; como no había forma de convencerlos de lo contrario optaba por guardar silencio porque cuando cedía a la tentación de dar una explicación no me escuchaban realmente, estaban seguros de que todo se trataba de romper huesos y ligamentos, nada más.

Pues no.

viernes, 5 de mayo de 2023

H2O

Me encontraba de visita cuando quise beber un poco de agua. Pregunté entonces, a mi anfitriona, si el agua del caño procedía directamente del medidor del servicio. Al preguntarme el porqué, le dije que tenía sed. Lamentando no tener agua hervida, me ofreció salir a comprar una gaseosa. Como yo insistí en mi pregunta, me dijo que sí, que la red de su domicilio se surtía directamente de la red publica, sin cisternas o reservorios de por medio. Entonces, tomé un vaso, me serví agua del caño y bebí ante su atónita mirada.

¿Por qué todo este intríngulis?