Una persona que piensa todo el tiempo, no tiene más en qué pensar que en los pensamientos mismos, de esta manera pierde el contacto con la realidad y está destinado a vivir en un mundo de ilusiones.
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sábado, 13 de noviembre de 2021
Comenzando mi etapa yin
jueves, 21 de octubre de 2021
On line
«Comenzar por aceptar que, mientras los alumnos viajan en automóviles de alta gamma, nosotros lo hacemos en bicicletas. Así que, si no queremos perderlos de vista, necesitamos saber, mínimo, además del tema a tratar, qué es un sistema operativo, una suite ofimática, programar, lenguaje cinematográfico y dominar una plataforma de videoconferencias».
Suite | Editor De | Hoja de | Presentador de |
Textos | Cálculo | Diapositivas | |
Office | Word | Excel | PowerPoint |
iWork | Pages | Numbers | Keynote |
LibreOffice | Writer | Calc | Impress |
PageMaker | Text Maker | Plan Maker | Presentations |
«Alentar a los alumnos a que usen los programas que estén a su alcance. No inducirlos a gastar un dinero, que tal vez no tienen, por comprar Office; porque al hacerlo nos convertimos en vendedor oficioso y gratuito de Microsoft. Sé que en nuestro medio se pueden adquirir copias piratas de esos programas, pero si vamos por ese camino olvidémonos de la ética y la moral».
«Contratar un servicio de internet eficiente».
viernes, 6 de agosto de 2021
Memes, cyberbullies, trolls...
Ayer, un
par de amigos, a quienes conozco desde mi “cercana” infancia, se enfrascaron en
una discusión a gritos frente a mi casa. Se decían de todo, como enemigos. Al
principio me dije: deben estar borrachos; pero no, no lo estaban. ¿Sobre qué el
asunto? Una nimiedad. ¿Quién tenía razón? Ninguno; según yo. Todo era ajos,
cebolla, pimienta, harto ají e invocaciones a la madre del otro.
Eran amigos, no podían estar tratándose así; es más, eran mis amigos. Le quité el polvo a mis pergaminos de árbitro de artes marciales y salí a imponer la cordura, un poco de orden e instaurar la paz. Me mandaron a la pita que se rompió. Disgustado, volví sobre mis pasos decidido a olvidar a aquellas amistades.
De regreso, en casa, me instalé a la PC dispuesto a continuar con mis tareas cotidianas; intercambié ventanas: writer, impress… No. Me dije, primero algo de ocio para olvidar el mal rato. Abrí el “feis” y zas, un meme diciéndole zamba canuta a... Por supuesto con comentarios a favor y en contra, debidamente sazonados.
sábado, 31 de julio de 2021
Cualquier tiempo pasado fue mejor
En un grupo de amigos solía bromear con quienes evocaban con nostalgia aquella copla de Jorge Manrique: “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. No lo volveré a hacer.
Cansado del pésimo servicio de Movistar, cancelé mi contrato con esa empresa, activé la TDT en mi televisor y me dispuse a ver un programa sobre deportes. Lo hice con mi mejor ánimo, pero los encargados de presentarlo rápidamente me hicieron añorar el pasado.
Los señores a cargo de los programas actuales demuestran que todo eso que peyorativamente atribuimos a las mujeres tenemos que reconsiderarlo. No, no es una característica de las mujeres; en todo caso, de algunas; como también de algunos dizques “periodistas”: hablan al mismo tiempo, no se escuchan, gritan; no informan, no conversan, no razonan; parlotean, murmuran, cuchichean, comadrean. Sin ningún respeto por el público; mientras uno de ellos permanece arrellanado y displicente, atento a su teléfono, el otro se desaliña sin esfuerzo; los acompañan otros que no hace falta citar. A estos caballeros; un coordinador, director o alguien, debería hacerles notar que si bien trabajan para una estación de radio, ésta también emite una señal de video.
Cualquier profesional, que se precie de serlo, se prepara teórica y técnicamente. Asumamos que cognitivamente están preparados, pero no tengo que esforzarse mucho para opinar que técnicamente no. Las competencias que deberían tener para ser considerados profesionales: impostación, dicción, propiedad y elegancia en el lenguaje, presencia, etc., están ausentes en estos señores. Mejorarían bastante si, para comenzar, tuvieran presente aquél viejo refrán: “cuando un burro rebuzna los demás paran las orejas”.
Como a muchos, les falta ambición. Se conforman con su mediocridad, de la que supongo creen liberarse criticando la mediocridad de otros. Hay que ser bien caradura para criticar una deficiencia en un deportista siendo un comunicador, locutor, con las carencias señaladas.
martes, 13 de julio de 2021
De "Líderes de opinión" e "influencer"
Y como suele suceder en estos casos, la cháchara cliente-peluquera, peluquera-cliente, se hizo confidencial. Un día, hablando de mi oficio, comenzamos a hablar de los actores. De pronto, recordó a un colega argentino afincado en Perú. Me contó que lo conoció cuando trabajaba en la peluquería de un reputado estilista de la época. El personaje, en mención, que ya lucía una avanzada calvicie, acudía a que le tiñan el cabello que le quedaba. Uno de esos días lo atendió ella. En un momento de la tarea se percató de que el tinte estaba manchando el cuero cabelludo del cliente. Muy preocupada, informó del asunto al estilista. El reputado coiffeur la calmó; le alcanzó una mota de algodón embebida en un poco de detergente de vajillas y la instruyó: “si te pregunta, dile que es un producto francés…” Así lo hizo. Entre risas, recordó que el actor había comentado que se sentía como una cacerola; y que se fue satisfecho.
La credibilidad del coiffeur había salvado el momento. Yo también hubiese creído lo que me dijese. Era el salón más prestigioso del país. Pero a cuento de qué viene todo esto, ¿Puro chisme? No.
Hasta hace muy poco eran los "líderes de opinión", ahora son los “influencer” los que moldean la conducta de los individuos. Como el gran coiffeur, éstos son vistos como alguien en quien se puede confiar (juicios, opiniones, etc.) y, por lo tanto, como ejemplos a seguir sin necesidad de evidencias que demuestren que lo dicho por estas personas es verdad. Pura confianza, creencia, esperanza en que lo que dicen es legitimo, cierto: fe.
Estos líderes de opinión y o influencer se aprovechan de nuestra necesidad de saber, estar al tanto, conocer las cosas.
Neil deGrasse Tyson, astrofísico y divulgador científico, director del Planetario Hayden en el Centro Rose para la Tierra y el Espacio, dice: “La gente tiene una necesidad incontrolable de tener una respuesta para lo desconocido. Entonces pasa de una declaración totalmente ignorante a una declaración totalmente segura”.
viernes, 11 de junio de 2021
El secreto de la golondrina
Siendo estudiante, allá por los años setenta, tuve ocasión de conocer al maestro Soo Nam Yoo en casa de unos amigos. Al principio no sabía quién era él. Por su parte, el maestro Yoo, creyendo que yo era oriental, me preguntó si estudiaba algún arte marcial. Le dije que era peruano, que había practicado Gông Fu, pero que lo había dejado y que por entonces estaba estudiando. Me habló entonces del Si Pal Ki, arte que él enseñaba y que yo no conocía. Me invitó a sus clases. Se lo agradecí, pero abrumado ensayé una excusa ridícula: ya estoy viejo para comenzar un estilo nuevo. Sonrió y me dijo: “el momento de comenzar es cuando se comienza”. A partir de entonces iniciamos una cordial amistad que cultivamos en encuentros casuales donde siempre le escuché decir la palabra justa.
Asistí a sus clases. No fui un alumno regular. Las clases de mimo, teatro, las horas de estudio, ensayo y algún trabajo eventual, me dejaban poco tiempo. En una de ellas me preguntó por el estilo de Gông Fu que había practicado. Cuando se lo dije, con una tiza lo escribió en letras chinas sobre una mesa y me explicó el significado de ellas. En otra ocasión, diciendo “soy un poquito vanidoso porque creo que sé un poco” trazó cuatro líneas que se cruzaban y comenzó a explicarme, a partir de ellas, el secreto de su arte.
Ahora, puesto en peligro por la amenaza del Covid19, ensayo su aplicación y quisiera compartirla, sin ánimo de decir ésta es la solución. Sólo mostrar su lógica. Tal vez a alguien le resulte útil en el trabajo o en algún conflicto personal, lo que sea.
Resulta muy complicado explicar una metáfora de experiencia no compartida, pero, en medio de este infortunio, no quiero quedarme sólo en la fatalidad. Ya hay tantos presuntos “especialistas”, que nunca han hecho una investigación, pronunciándose sobre el asunto con falacias magister dixit que... Quiero creer que así como surgen variantes extremadamente letales, también aparecen otras menos agresivas que van a hacer posible que superemos este problema. Aunque no estoy muy convencido de que lo merezcamos.
Las variantes letales, nos matan; pero las menos agresivas le dan a nuestro sistema la oportunidad de desarrollar las defensas necesarias: los asintomáticos, los afectados leves e incluso los que se recuperan de cuadros complejos son muestras de ello.
¿Optimista? No. Ya que el virus viene de China, veamos la situación con “mirada” oriental. Si no me han engañado, la palabra crisis en chino se escribe wei ji, literalmente: peligro-oportunidad. Así que, perezosamente, me limitaré sólo a los puntos que coinciden con las recomendaciones que nos han dado los expertos en salud. Ya cada quien lo extrapolará al caso que quiera.
No tenemos forma de saber cuál es la variante que ronda cerca de nosotros, mejor dicho cuántas variantes. Casi podría decir que debe haber una variante por cada grupo humano.
Al ir: al norte, el encuentro es letal; al sur, se evita el encuentro; al noreste, se expone al peligro; al noroeste, se esquiva el encuentro. Por eso, en tanto terminamos de estudiar su “fuerza” para aprender a usarla en su contra, evitemos el encuentro y tendremos oportunidad.
La OMS ha decidido bautizar a las variantes de la cepa del coronavirus SARS-CoV-2 como Alfa, a la británica; Beta, a la sudafricana; Gamma, a la brasileña y Delta, a la de la India. Creo que Alfa tendría que ser la que surgió en China, pero ya está. Me temo que les va a faltar letras del alfabeto griego para nombrar a las mutaciones que vayan identificando porque variantes ya hay, seguramente, decenas y probablemente lleguen a centenas. Por ahora, tengo la curiosidad de saber cómo llamarán a la ya identificada variante peruana, ¿Iota u Omega? Yo elegiría Iota por cuestiones de nemotecnia, así se nos haría más fácil recordar cómo nos han tratado Vizcarra y Sagasti: 180 mil muertos lo documentan.
martes, 25 de mayo de 2021
Legge di Brandolini
Todo el mundo experimenta mucho más de lo que entiende. Sin embargo, es la experiencia, más que la comprensión, lo que influye en el comportamiento.
Herbert Marshall McLuhan
- Maestro. ¿Cuál es su secreto de la felicidad?
- No discutir con idiotas.
- Maestro, disculpe usted, pero no estoy de acuerdo.
- Tienes razón.
lunes, 19 de abril de 2021
Tiempo de opinólogos
Pasada la primera vuelta, ha recomenzado el acoso agorero de los “opinólogos” de siempre. ¿Opi… qué? Opinólogos. Etimológicamente, algo así como los que estudian las opiniones; pero, en el lenguaje coloquial: los que opinan. Yo preferiría opinantes; pero me abstendré porque podrían decirme: oye tú, mimo, cállate.
Bueno, como el opinólogo no es alguien que estudia las opiniones sino alguien que opina, ¿qué lo caracteriza? Pues un proceder, más o menos, como el de los protagonistas del siguiente cuento:
Paseaban dos amigos cuando vieron a un hombre en lo alto de una colina.
¿Qué hará allí ese individuo? Preguntó uno de ellos. El otro se animó a decir:
por la postura y el lugar en el que se encuentra, contempla la belleza del
paisaje. No creo, retrucó el primero, a mi me parece que está esperando ver
llegar a alguien. Uno insistió en su punto de vista y el otro también. Como no
se ponían de acuerdo, decidieron ir a preguntarle al hombre de la colina:
- Disculpe señor, ¿contempla usted la belleza del paisaje?
- No
- ¿Espera usted a alguien?
- No
- Entonces, ¿qué hace aquí?
- Nada. Estoy nomás.
Una opinión no es una verdad, es una idea subjetiva formada sobre hechos observados superficialmente. No es ciencia. Así que, no se extrañen de los disparates, a favor o en contra, de uno u otro, que van a proferir, en lo que sigue de este proceso electoral, los profesionales de la opinología.
Proceso en el que, una vez más, estamos demostrando que tenemos mucha más inclinación a identificarnos con un equipo de futbol, una estrella del cine o televisión, que a asumir una posición política. Ojo, no digo partido político, eso tendría que venir como consecuencia. Claro, creer que el equipo de futbol, con el cual simpatizamos, es el mejor, no requiere ningún esfuerzo cognitivo ni nos afecta sustancialmente; tomar una posición política: si.
- La bandera ondea.
- No, la
bandera no ondea, es el viento.
- No, ni la bandera
ni el viento ondean, sino nuestro espíritu.
miércoles, 7 de abril de 2021
Reflexiones pánfilas
Por
estos tiempos se ha hecho común escuchar decir a nuestras autoridades que
estamos en guerra, refiriéndose a la circunstancia de encontrarnos en medio de
una urgencia sanitaria en la que nos hemos constituido como el país con la peor
respuesta a la pandemia y, como consecuencia, con más víctimas.
No
faltan voces que culpan a la población de esto. Son necios, dicen; no
entienden, afirman; en Corea no son así, en Japón no son asá, proclaman. Soslayan
reconocer que el fruto es del árbol que se ha cultivado.
Dicen
que estamos en guerra, pero parece que no saben lo que eso significa. La guerra
es el mayor conflicto de estado, una encrucijada entre la vida y la muerte,
entre la supervivencia y la extinción.
En Perú parece
que nunca comprenderemos esto. En Testimonios Británicos de la Ocupación
Chilena en Lima[1] se
cita el informe del Teniente de la real Marina Británica Carey Brenton[2] , en la que dice: “A
pesar de que, como ya mencioné, habían llegado noticias a Lima sobre el
desembarco de los chilenos a Chilca, al volver a la capital esa noche no
encontré ningún preparativo para oponerse al desembarco ni se adoptaban medidas
enérgicas al respecto. Quizá debería decir aquí, de una vez por todas, que los
peruanos no entienden el significado de "medidas enérgicas"; es decir,
no tienen idea de cómo actuar inmediata y decisivamente, de improviso. Cuando
surge alguna emergencia piensan que "algo" debe hacerse, pero al
mismo tiempo se consuelan pensando que es casi seguro que "alguien"
está haciendo ese "algo", o si no, entonces será hecho por algún otro
el día de mañana”.
Por entonces; presa de la desidia y felonía de los mandatarios y su corte, nuestro país sufrió una de las mayores desdichas de su historia; y la estamos repitiendo. Ahora son otros, pero igualmente perdemos un Tarapacá y un Arica de vidas por la indolencia, traición e incompetencia de los actuales.
[1] Wu Brading, C. (1986). Testimonios Británicos de la Ocupación Chilena en Lima. Lima: Milla Batres.
[2] Observador enviado por la reina Victoria durante la
guerra contra Chile
sábado, 3 de abril de 2021
Nombres o rótulos
Un día, hace mucho, se me ocurrió preguntarle a mi papá por qué me llamo Juan. Se ensimismó, busco un poco entre sus recuerdos y me respondió que porque en la familia no había ninguno con ese nombre. Imagino que me vio con cara de insatisfecho; entonces me detalló: insinué mi nombre, tu mamá dijo que no porque después, al llamar, nos íbamos a confundir con a quién. Ella propuso el de su padre y yo retruqué que, para tal caso, correspondía el del mío; se opuso porque no le gustaba. Me contó que continuaron con una larga lista de nombres que resultaban siendo de primos, tíos, amigos, borrachos, pendencieros, rijosos… y que por lo tanto: no.
Se tardaron tanto en decidir que
se les pasó el plazo de inscripción de mi llegada al mundo. Tuvieron que
cambiar la fecha de mi nacimiento para no pagar una multa. A veces decían que días;
otras, meses; y, alguna vez, años. Nunca sabré con certeza cuánto. Aunque mi
madre aseguraba una fecha y yo le creo.
Mi nombre lo decidió mi papá camino
al registro, mientras repasaba que nadie en la familia o allegados se llamara
así; no quería tener problemas con Clara, mi mamá, una “apacible” indígena
huancavelicana (eso creían todos) que a los 94 años me amenazaba con romperme
la cabeza con un palo si algo le parecía que no estaba bien. ¡Cómo extraño esas
amenazas!
Mi madre era analfabeta. Su sueño
era que yo completara mi educación básica.
Por entonces, descontando transición[1];
para los que estudiábamos de día (íbamos al colegio mañana y tarde de lunes a viernes,
sábados sólo en la mañana), esto significaba cinco años en primaria y cinco en
secundaria. Los que lo hacían en el horario nocturno, porque ya eran mayores y
durante el día trabajaban, seis años en cada nivel.
Al concluir la primaria, para
acceder a seguir estudios secundarios en un colegio fiscal[2] se
debía tener, sumando el promedio final del cuarto y quinto año de primaria, 30
puntos.
Entonces era muy bien visto ser
alumno de colegio fiscal. Si estabas en uno particular[3]
te decían que no eras buen estudiante.
Concluir el quinto año de
secundaria arrogaba respeto y oportunidades de trabajo.
De esa época tengo un amigo que,
cuando era niño, tuvo la desgracia de ser apuñalado múltiples veces. Nadie se
explica cómo sobrevivió. De esa infausta experiencia le quedan cicatrices en el
pecho, espalda, brazos y piernas.
Celebrando el haber aprobado el
quinto año de secundaria fue a la playa con unos amigos. Ahí, todos se soleaban
en ropa de baño mientras él permanecía con una camiseta manga larga, cuello
cerrado y una trusa que le cubría hasta las rodillas. Estaban en eso cuando un
sujeto mal encarado se acercó a ellos y buscando intimidarlos abrió su camisa y
les mostró una cicatriz que le cruzaba el pecho, al tiempo que les pedía una
“colaboración”. Mi amigo se puso de pie y se quitó la camiseta. Aquél tipo,
echándose para atrás, se retiró vociferando “tú ganas”.
Me
acordé de esto cuando me llamaron para dictar unas clases en una
universidad. Previamente debía tener una entrevista con una persona que
evaluaría mi competencia. Me presenté a la hora acordada. Me hicieron esperar
42 minutos. Finalmente, me recibieron:
- Buenos días Don Antonio
- Doctor!
- ¡Ah…? (Confundido, ¿me estaba llamando doctor?)
- (Puntualizando) ¡Soy Doctor! Tome asiento señor Arcos.
- ¡Mimo!
- ¿Cómo?
- ¡Soy Mimo! (precisé, ya que nos íbamos a tratar por nuestras “cualificaciones”).
Revisó mi C.V., respondí algunas preguntas y acepté lo que me ofrecía.
Llamó a la secretaria:
- Karen, por favor, entréguele al Doctor Arcos una carpeta con las asignaturas que va a tener a su cargo y el horario.
Me retiré sintiéndome como mi
amigo, aquél día, en la playa.
Y me fui pensando en que nuestros padres se preocuparon inútilmente en elegirnos un nombre y heredarnos un apellido. En estos tiempos, la gente está muy dispuesta a cambiarlos por un rótulo: Licenciado, Doctor, etc. Yo prefiero: Juan; es mi manera de honrar la osadía de Samuel, mi padre.
[1] Un año preescolar, que se dedicaba a la socialización, el aprendizaje de
los números (adiciones, sustracciones), letras (vocales, consonantes), y nos
ejercitábamos en la lectura deletreando.
[2] Colegio público. En ellos la educación es gratuita.
[3] Colegio privado. En ellos la educación tiene un costo.
jueves, 11 de marzo de 2021
Gracias Ernesto
Hoy, muy temprano, Tito Lugo me informó que el maestro Ráez había fallecido. Un buen rato me quedé pensando en nada, hasta que recordé que él me celebraba una pantomima. Me puse de pie, respiré profundo y mimé, solo. Después vinieron otros recuerdos; de entre ellos, tal vez el primero y el último:
Estaba en una de las primeras clases con él, allá por los setenta, no recuerdo el tema; nos examinó uno por uno. Nos pedía pasar y hacer algunas acciones simples: jugar con una pelota, limpiar un mueble, leer un libro, etc. Luego, inmediatamente después de cada ejercicio, ponía una nota y explicaba el porqué. Hacía un tiempo que yo hacía mimo en las plazas así que esperaba confiado mi turno. Cuando me tocó, me sorprendió al pedirme que hiciera una kata. Mientras iba al frente me preguntaba, ¿cómo sabe que puedo hacer una kata? Por esos tiempos no compartía eso. Hice la kata. Recuerdo lo que me dijo: no te pongo 20 porque tu mirada no estaba lo suficientemente enfocada, por eso tu energía se dispersaba. Era la evaluación de un experto o de alguien con la suficiente agudeza y sensibilidad para percibirla.
Luego, muchos años, muchas conversaciones, muchas lecciones.
Una de las últimas veces que nos vimos fue una tarde, terminando el 2018, yo salía de la escuela y él llegaba. En el auditorio de al lado ensayaba un grupo de rock preparando el concierto que darían esa noche. Mientras nos estrechamos en un abrazo me dijo: ¿escuchas? ¡Nuestra música!
El 13 de junio del 2020 recibí un mensaje suyo, vía Messenger: “A este chino lo conozco. No, no es el de la tienda de la esquina. Lo llevo en el corazón. Y me alegra poderle enviar este mensaje”.
Gracias Ernesto, por toda tu generosidad. Hasta pronto.
miércoles, 3 de marzo de 2021
Ayer tuve un sueño:
Estaba…
Estaba
acostumbrado, al llegar a casa,
a
recibir el saludo de la mesa de trabajo y el abrazo de mi cama;
algunas
veces:
el
barullo de niños, fiestas y riñas ajenas;
otras,
el
café solitario y la silla vecina siempre vacía.
Así
discurría...
Y
de pronto me vi actuando en una plaza pública, como hace un montón de años,
pero no me reconocía. Mi camiseta rayada había sido reemplazada por un enterizo
de presidiario y mis palabras eran gritos sin eco:
No voy a hablar de política porque para eso hay que estar informado, tampoco voy a contar mis tragedias personales porque cualquiera lo está pasando peor que yo. Cuando me tocó hacerme cargo de mi vida opté por el teatro. Desde entonces mi lucha permanente ha sido por poder comer todos los días. No me quejo de eso, yo elegí vivir así. Pero nunca esperé verme desamparando al necesitado; en mi bolsillo nunca había faltado para invitar una comida o un hospedaje. En este último año he sido incapaz de ayudar varias veces, como muchos seguramente, y en cada nueva ocasión la desazón es mayor.
De
pronto, Celeste, la mensajera de Hades, con un cabito de vela a punto de
extinguirse, abriéndose paso entre mi público, me extendió la mano. Respingué: ¡quita,
carajo! Si quieres llevarme, primero hagamos el amor. Y no sé si despierto o
aún soñando, irrumpió, recostó su sombra a mi lado y me sopló al oído: mi padre
no quiere que el que tenga 70 soles se vacune. Entonces, recordando mal los
textos de Ibsen, exclamé: ¡Dios mío, por qué los inteligentes somos gobernados
por estólidos y oligofrénicos!
Y firmé mi sueño.