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miércoles, 3 de marzo de 2021

Ayer tuve un sueño:

Estaba…

Estaba acostumbrado, al llegar a casa,

a recibir el saludo de la mesa de trabajo y el abrazo de mi cama;

algunas veces:

el barullo de niños, fiestas y riñas ajenas;

otras,

el café solitario y la silla vecina siempre vacía.

Así discurría...

Y de pronto me vi actuando en una plaza pública, como hace un montón de años, pero no me reconocía. Mi camiseta rayada había sido reemplazada por un enterizo de presidiario y mis palabras eran gritos sin eco:

No voy a hablar de política porque para eso hay que estar informado, tampoco voy a contar mis tragedias personales porque cualquiera lo está pasando peor que yo. Cuando me tocó hacerme cargo de mi vida opté por el teatro. Desde entonces mi lucha permanente ha sido por poder comer todos los días. No me quejo de eso, yo elegí vivir así. Pero nunca esperé verme desamparando al necesitado; en mi bolsillo nunca había faltado para invitar una comida o un hospedaje. En este último año he sido incapaz de ayudar varias veces, como muchos seguramente, y en cada nueva ocasión la desazón es mayor. 

De pronto, Celeste, la mensajera de Hades, con un cabito de vela a punto de extinguirse, abriéndose paso entre mi público, me extendió la mano. Respingué: ¡quita, carajo! Si quieres llevarme, primero hagamos el amor. Y no sé si despierto o aún soñando, irrumpió, recostó su sombra a mi lado y me sopló al oído: mi padre no quiere que el que tenga 70 soles se vacune. Entonces, recordando mal los textos de Ibsen, exclamé: ¡Dios mío, por qué los inteligentes somos gobernados por estólidos y oligofrénicos!

Y firmé mi sueño.

martes, 24 de noviembre de 2020

El Espíritu De Las Combis

Ayer, después de visitar el Museo de Arte, paseé por el Parque de la Exposición. El lugar parece un pequeño vergel: prados bien cuidados, una fuente hermosa, amplios paseos; un remanso de paz y sosiego en esta Lima caótica; pero no. Bastó que tomara asiento en una de las bancas, que me reclinara a disfrutar el rumor a naturaleza cuando irrumpió, a través de unas bocinas, el espíritu de las combis. A mi lado, un pajarillo sufrió un infarto; más allá, un ave que empollaba rompió sus huevos al huir despavorida; los peces se alejaron de la superficie y los loros emigraron a la plaza Manco Capac en busca de silencio. Indagué entre los presentes; salvo dos sordos, que discutían acaloradamente, la mayoría manifestaba su malestar. Muchos, como yo, habían acudido en busca de paz hartos del bullicio de la ciudad y se mostraban contrariados por lo que estaba sucediendo; nadie sabía explicar el porqué a un lugar como éste, casi una reserva, a alguien se le ocurría contaminarla propalando, a bordo de un carro eléctrico que recorría el parque, la publicidad de un circo y de un mercado de artesanías afincado en la playa de estacionamiento. Ese lugar tendría que ser un remanso apenas perturbado por sus residentes: las aves, los peces o el rumor de los árboles agitados por el viento. Un espacio tranquilo para el disfrute de los transeúntes. Pensar que la Municipalidad hizo, en los parques, campañas de lectura. Con ese ruido, ¿cómo podría leerse una línea? Me retiré pensando: el administrador de este lugar debe haber sido chofer de combi. No encontraba otra explicación para tamaño despropósito. ¡Qué lástima!

jueves, 31 de enero de 2019

De streetstyle & outfit

Coincido con quienes sostienen que uno es libre de vestir y andar como quiera. Pero una cosa es la postura personal y otra encontrarse frente al “encargo” de sostener lo contrario.

  • Por favor, explícale a esta "señorita" el porqué no puede salir a la calle vestida así. 
  • ¿Yo, por qué? 
  • Porque a ti te escucha. 

"La señorita", una jovencita de 19 años viviendo el boom del streetstyle, con, según ella, un outfit que le llevó horas componer; conteniendo una rabieta, espera.

No sé si llego a pensar en algo, algunas ideas borrosas se escapan del argumento que quiero componer. En tanto, me pregunto: ¿cómo le digo que la falda es muy corta, que su camiseta es más pequeña que…? ¿Cómo le digo que se ponga más ropa si con el calor que se siente eso sería como enviarla a la hoguera? Dirijo una mirada de súplica a la madre, “aparta de mí este cáliz”. Pero ella, inconmovible: ¡siéntate y escucha!

De golpe acude a mi memoria el recuerdo de la primera vez que se desdibujó mi corte alemán (un estilo de recorte de cabello de mi época: al ras, con un pequeño mechón sobre la frente). Había llegado a mis oídos los compases de love me do y dejé pasar una semana la visita quincenal al peluquero. Mi padre, alcanzándome dos soles, ordenó: ¡coco!

Con una postura de desamparo, dije derrotado: nosotros somos del siglo pasado, en éste hay demasiados peligros en la calle, sólo queremos tu seguridad. No sé si estuvo de acuerdo conmigo o se compadeció de mí, presumo que fue lo segundo. Volvió a su cuarto, se puso algo encima que satisfizo a su madre y salió. Respiré aliviado.

jueves, 12 de enero de 2017

Mi nombre es 23, en el FML 2017

No sé cuánto duró el espectáculo y no quiero saberlo. Y si alguien me pregunta ¿cómo es? Tampoco sé decirlo, sólo que lo pasé muy bien. César García ingresó a escena y me enganché hasta que lo vi mostrar un cartel que decía FIN.

Lamentablemente, cuando uno es mimo no puede evitar que alguien se acerque y le asalte con la pregunta de cajón: ¿esto es mimo? Esperando que diga: no. ¡Habla! Insisten. Entonces no puedo evitar espetarle: ¿y quién te dijo que los mimos no hablan? Danos una oportunidad y tú no hablarás, terminaras haciendo señas para interrumpirnos. Los mimos no hablamos por suficiencia, no por incapacidad.

Tengo suficientes argumentos para explicar y demostrar que sí es un espectáculo de mimo, pero no quiero. Ya me cansé. Lo vengo haciendo hace más de cuarenta años. Así que, mejor (de taquito), los remito a Paroles sur le mime / Étienne Decroux / Autobiografie relative à la gènese du mime corporel / Manifeste doctrinal /párrafo 6: D’autant plus que le mime est l’essence du théâtre qui, lui, est l’accident du mime.

Dejando ese asunto. Lo que toca ahora es el mimo, porque estamos en el FML 2017 (festival de mimo de Lima 2017) que organiza La familia Mimo con el auspicio del ICPNA. 

Así que, como dijo Jack, vamos por partes: el espectáculo.


Llama la atención desde el título: “Mi nombre es 23”. Un número, no Pepe; Alberto o qué sé yo... 

Después, conversando con el actor, cuando le preguntamos “qué era”, refiriéndonos a él, nos respondió: “ya no soy nada”. Nos contó que ha abandonado lo que la sociedad podía reconocerle como beneficioso: un trabajo como el de todos, un título profesional, etc. Creí entonces descubrir la raíz que nutre de organicidad su trabajo. Reza el aforismo oriental: suelta y lo obtendrás todo.

Su trabajo o (como dicen ahora) su propuesta, me resultó muy interesante, tanto que nunca me acordé del tiempo; segundo: algunas debilidades discursivas, técnicas; pero es tan potente la semilla de lo primero que lo disfruté como un niño. Así que, si no estuviste, te lo perdiste irremediablemente. Que no te consuele la posibilidad de verlo en otro lugar, no, ésa, ya no será la función de hoy. 

Es una broma, una manera de decirte: averigua dónde la presentan y ve, no lo pierdas.

Gracias a Cesar García y Paloma Reyes de Sá (la Directora) el Festival de mimo de Lima 2017 comenzó con la varilla muy alta, prometiéndonos más como hoy.