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martes, 19 de junio de 2012

Las policías son un peligro

Iba conduciendo por la Av. México cuando, a la altura del mercado Metro, el semáforo cambió a rojo; entonces me detuve en segunda fila, detrás de un taxi. Una mujer policía, en motocicleta, avanzó esquivando los autos y se detuvo a la derecha del taxi. Esperamos. Al encenderse la luz verde: la policía partió girando inesperadamente a la izquierda; el taxista frenó abruptamente; ella siguió su camino como si su accionar hubiera sido correcto. El taxista se quedó detenido. Cuando pude, retrocedí y luego avancé; al llegar a la altura de su ventanilla, solidarizándome con él, le dije: ¡son un peligro! 

Pensar que cuando se incorporaron al servicio se esperaba que su participación mejorara las cosas; hoy, la realidad, nos muestra que no es así. 

Apremiado por el tiempo, en ocasiones, he tenido que dejar mi auto (en un embotellamiento infernal) y seguir mi camino a pie. Al llegar al núcleo del problema me he encontrado con algunas mujeres policía que, imperturbables ante el lío, displicentemente conversaban a través del teléfono celular que llevaban adherido a una oreja. Algunas veces, no pudiendo avanzar ni a pie, he escuchado parte de las conversaciones que tenían a través de esa “prótesis”. ¿Recibían o daban instrucciones para solucionar el problema? No. ¿De qué hablaban? Una, de la querida del comandante; otra, organizaba la salida del fin de semana; una tercera, que quería cambiar de marido; una cuarta, el colmo, se quejaba de que los choferes la querían coimear sólo con cinco soles; veinte, mínimo, sino no atraco: decía. 

Hay un viejo refrán que dice: quien mucho abarca poco aprieta. Las mujeres han llevado a su hacer profesional, en la policía, aquello de que son capaces de hacer muchas cosas simultáneamente; pues sí, pero mediocremente y mal. 

martes, 15 de febrero de 2011

¡Por qué no se callan!

Hace algún tiempo compré un televisor para ver fútbol  Asistir a un estadio se había convertido en un riesgo que no valía la pena correr.

Con los años el control remoto se hizo inservible y poco después los botones del televisor. No importaba, volumen en cero y ya. Así disfruté del mundial de Alemania y Sudáfrica, éste último sin vuvuzelas.

Hasta el día que conseguí subir el volumen para escuchar una conversación en “Tiempo después”; concluido el programa, no pude volver a bajar el volumen.

Así, seguir la participación del equipo representativo de Perú en el sudamericano sub 20 se ha convertido en una molestia que no puedo solucionar cambiando de canal porque todos los narradores, comentaristas y más yerbas del ramo son, definitivamente, deficientes mentales. No encuentro otra razón a su insistencia en relatarnos lo que estamos viendo. Me pregunto cómo hacen para prescindir de la inteligencia. ¡Y cuando analizan una jugada! 



jueves, 6 de enero de 2011

Escasez de agua

Reenviada por un amigo, recibí una de esas cadenas que nos alertan sobre "un futuro sin agua". No sé si cansado de recibir cadenas o por el tema, le contesté:

Mi estimado amigo, por estos tiempos vemos y leemos casi constantemente sobre este asunto. Permíteme por unos minutos asumir una posición cínica al respecto. ¿Se acaba el agua? ¡Qué se acabe! Tal vez así el planeta pueda librarse de esta especie nefasta, para la vida, llamada género humano. Digo “llamada” porque comparada con cualquier otra especie sale perdiendo. A ningún vacuno se le ocurriría sentarse en una gradería para ver como martirizan hombres; como a ningún cánido se le ocurriría criar hombres para hacerlos pelear, etc. etc. 

Pero no sólo por eso. Alejandro Dumas dice, en “Los mohicanos de París”, cherchez la femme. Yo lo parafrasearía sin ningún empacho así: rechercher le bénéficiaire. Esa es la cuestión, mi estimado amigo, ¿quién se beneficia con esta “escasez de agua”? Hace muy pocos años, una universidad inglesa hizo una investigación sobre la contaminación; concluyó que embotellar agua, una (1) botella, contamina más que un automóvil viejo haciendo un recorrido de ochenta kilómetros. Otra investigación encontró que una población africana sufría de sed teniendo agua abundante a muy poca distancia, ¿por qué? Se habían acostumbrado a beber sólo agua embotellada. ¿Y qué es el agua embotellada? Eso que no queremos beber del caño: agua potable. ¿O usted cree que estos mercaderes van a gastar su preciado dinero en hacer algo más? ¿No me cree? Hace poco se suscitó un escándalo en USA, un altísimo porcentaje del agua envasada era de la red domestica y vendida un 1900% más cara; con el problema añadido de la contaminación de las botellas de plástico. Otra investigación dice que cuatro de cinco botellas es arrojada al medio ambiente. Todo esto está provocando que algunos gobiernos europeos inicien campañas aconsejando beber agua del caño.

No, mí estimado amigo. Ya el gran Iván Petróvich Pavlov nos habló del reflejo condicionado. Mucho me temo que en este asunto estamos dejando que nos traten como a perros.

Volvamos a Perú. ¿Qué se bebe en los pueblos jóvenes? Todas las “colas” del mercado porque el agua que les venden los aguadores, a precios exorbitantes, está contaminada. Si quisieran beberla tendrían que hervirla y eso resultaría más caro y laborioso que comprar una “cola” cualquiera.

¡No! Mi estimado amigo, el agua no se está acabando. Física básica: la materia no se destruye sólo se transforma. Usted sabe que a los zorros les gustan los conejos; pues bien, los zorros se alimentan de conejos; cuando hay abundantes conejos los zorros se alimentan bien y se reproducen mejor y con gran entusiasmo (como nosotros, aunque nos falte plata), tanto que comienzan a terminar a los conejos. Cuando se reduce la población de conejos los zorros comienzan a morir de hambre. Cuando baja la población de zorros, el número de conejos vuelve a crecer. Y vuelve a repetirse el ciclo. ¿Está bajando el volumen de agua? Bajará el volumen de sedientos, luego se repetirá el ciclo. Claro, usted me dirá: ¡quiénes son los que sufren primero? Le doy toda la razón, los que estamos dentro de la sartén.

¡Ah! Gracias por estos minutos de cinismo. Volvamos a la realidad. ¡Tenemos que cuidar el agua, es un elemento finito!

jueves, 26 de noviembre de 2009

Cual bandada de palomas…

“…Tras la idea
que es el grano intelectual…”  

Virgilio Dávila[1]

Ojeando “El alma de la empresa” del psicólogo Bernardo Ahlborn leo: “Carlos IV decía que no convenía que se haga general la ilustración en América, y a su heredero Fernando VII le irritaba que se generalizara lo que él llamaba “la funesta manía de pensar”, expresión ésta celebrada en una “memorable” carta por las autoridades de la catalana Universidad de Cervera. Por esos tiempos el fin de la pedagogía consistía en repetir lo que estaba autorizado pues la verdad “ya había sido descubierta y dicha”.

Vista la realidad pareciera que esa situación no ha cambiado. El imperio sigue, como entonces, premiando todo lo que mantenga distante “la funesta manía de pensar”. Claro, ahora a través de otros mecanismos como los “acuerdos de libre comercio” que imponen los países poderosos, por el cual, la educación, ha sido reducida a un servicio comercial.

¿Teníamos un mejor panorama antes? En el seminario “Alternativas de reforma de la educación secundaria[2]” se repetía lugares comunes de nuestra realidad respecto a la universalización de la enseñanza media: “la falta de cobertura afecta primordialmente a los pobres”, “en las pasadas 4 décadas se atendió poco y mal la formación de maestros y profesores. Hoy los resultados de las pruebas de conocimientos juzgan, más que las escasas competencias de los alumnos, la debilidad de la formación de los profesores”. Atención, esto se dice en países que han atendido mejor su educación.

En nuestro país, por omisión o desidia, se ha instituido la estafa de la educación. Y ésta es de tal magnitud que, en las condiciones actuales, el joven estudiante peruano no perdería nada, en términos académicos, si en los próximos dos años cerráramos las escuelas. Es más, las familias peruanas resultarían beneficiadas porque, siguiendo tradiciones ancestrales, los hijos desocupados serían convocados por los padres para asistirlos en el trabajo cotidiano donde, sin ninguna duda, ocuparían con mayor provecho formativo su tiempo. Pero claro, estas son posiciones insostenibles en el mundo actual. Las condiciones sociales contemporáneas demandan otro tipo de actitudes, pero me permito esbozar este “escenario alternativo” porque nuestra realidad educativa dista mucho de ser tal (educativa).

Sobre el problema de la educación opinan presidentes, ministros, sacerdotes, militares, etc., menos los interesados. Demandan mayor calificación en los maestros los menos calificados para hablar de ello.

Tsunesaburo Makiguchi en ‘La pedagogía de la creación de valores’ dice “el propósito de la educación es desarrollar el potencial creativo de cada niño y no “producir” servidores obedientes del estado”. En este enunciado se distingue la clave que ha permitido el desarrollo del hombre: la creatividad; sin ella aún seguiríamos en el paleolítico, sin embargo, ¿qué asignatura la cultiva?

¿El hombre o el negocio? ¿Qué debe preocupar a la educación? De un tiempo a esta parte nuestra “preocupación” predominante es la “computarización” de la educación: ¡cada estudiante con su computadora! Suena bonito, se vería bonito; en fin, cumple con los requisitos básicos del marketing. ¿Es secreto para alguien de que sólo se trata de un negocio más?



[1] Poeta puertorriqueño

[2] Jarque, Carlos M. Santiago de Chile, 17/3/2001