Traducir

miércoles, 5 de julio de 2023

El espíritu de lăo hŭ

Hace algunos años, casi cuarentaicinco, me encontraba disfrutando un café en el Tívoli (quedaba en la Colmena, a media cuadra de la plaza San Martín) cuando un amigo, medio en broma medio en serio, me preguntó por qué no participaba en torneos de Vale tudo (una forma antecesora de las actuales competencias de artes marciales mixtas). Asombrado, le pregunté: –¿Quieres que me maten? Extrañado me retrucó, mientras gesticulaba simulando unos golpes con el canto de la mano: –Pero, ¿no eres estudiante de…?

Por esos días existía el mito que presentaba a los practicantes de lo que ahora llaman genéricamente artes marciales como buenos luchadores, así que cuando se enteraban que practicaba con ellos, invariablemente suponían que debía pelear bien; como no había forma de convencerlos de lo contrario optaba por guardar silencio porque cuando cedía a la tentación de dar una explicación no me escuchaban realmente, estaban seguros de que todo se trataba de romper huesos y ligamentos, nada más.

Pues no.

viernes, 5 de mayo de 2023

H2O

Me encontraba de visita cuando quise beber un poco de agua. Pregunté entonces, a mi anfitriona, si el agua del caño procedía directamente del medidor del servicio. Al preguntarme el porqué, le dije que tenía sed. Lamentando no tener agua hervida, me ofreció salir a comprar una gaseosa. Como yo insistí en mi pregunta, me dijo que sí, que la red de su domicilio se surtía directamente de la red publica, sin cisternas o reservorios de por medio. Entonces, tomé un vaso, me serví agua del caño y bebí ante su atónita mirada.

¿Por qué todo este intríngulis?

viernes, 25 de marzo de 2022

Reencuentro con los Katos

Podría decirse que por un año (poco más, poco menos), nos vimos forzados al aislamiento, a la virtualidad; así que, volver a ver a la familia, los amigos; volver a algunas actividades cotidianas: el trabajo presencial, los estudios en equipo, el ocio compartido; nos devolvió la vida, aún no plena, pero si auspiciosa.

Impulsado por tanta vida contenida me aventuré a algunos reencuentros. Algunos, cercanos en el tiempo: el teatro, el cine; otros, un poco lejanos: la pichanga. Pero el reencuentro con los Katos fue una mala idea. No se conformaron con el saludo, con el abrazo fortísimo. Acordaron incluir a los que no nos veían hacía mucho en la siguiente reunión de entrenamiento. Entonces la idea me pareció fantástica y el día y hora señalado acudí animoso y resuelto.

miércoles, 26 de enero de 2022

“Tips” para leer

Me han escrito solicitando guías, trucos, tips, de lectura veloz.

En un primer momento decidí desentenderme del asunto; pero como el correo electrónico traía anexado un volante que publicitaba unas lecciones de lectura cuántica, intrigado, respondí preguntando “cuántico” costaba el curso.

Mientras llegaba la respuesta; un par de cuestiones comenzó a darme vueltas en la cabeza: qué estudios sobre el átomo y o enlaces químicos habrían realizado en el cerebro; interacciones de la luz con las partículas–ondas y las ondas–partículas, en el ojo. Volví a revisar el volante y no encontré nada al respecto, sólo un eslogan: Lea miles de palabras por minuto.

Me temo que, así como cualquiera sentencia en asuntos relacionados a la conducta humana sin haber pasado ni por la puerta de una facultad de psicología, ahora sucederá lo mismo con la física.

Nuestro gran defecto: postergar la ejecución de las cosas. Hoy en día, además, queremos que las cosas se hagan casi sin hacer nada. Los centros de formación profesional lo ofrecen: sé exitoso, estudia una carrera de 5 años en 3. Hay otra, por ahí, que oferta hacerlo en 2 años.

Permítaseme una digresión: no conozco ningún caso de atleta de élite que haya logrado serlo sin un trabajo sacrificado; mas bien, el esfuerzo constante ha posibilitado el éxito a individuos que, por su biotipo, parecían destinados al fracaso. En el campo de la ciencia, Stephen Hawking es un ejemplo admirable. Y en el arte, nada puede sustituir al trabajo duro, es la única forma de conseguir ser un buen artista. Y no estoy hablando de ganar plata, para eso se necesita ser sagaz; generalmente, un atleta, un científico o un artista no lo es.

Habrá escuchado o leído que correr unos 30 minutos diarios es bueno para la salud: ayuda a controlar el peso, tonifica los músculos, fortalece el corazón, etc. Tal vez, hasta lo ha intentado uno o dos días para, luego, dejar olvidados buzos y zapatillas en un rincón.

Quizá, lo mismo le pasó con la lectura (que mejora el conocimiento, la memoria, estimula el razonamiento, el pensamiento crítico, la confianza, etc.). A lo mejor, hasta compró los 100 libros que todos deben leer antes de morir; pero como quiere postergar su muerte, aún no los lee.

No soy experto en la materia, pero compartiré mi parecer sobre el asunto. Poner en movimiento algo cuesta trabajo. Luego, ya en acción, el esfuerzo requerido es menor.

Si tiene una vida sedentaria, pero quiere mejorar su salud saliendo a correr 30 minutos diarios, comience por caminar en un terreno llano durante dos o tres semanas. Luego, intervalos: corra un minuto a una intensidad moderada y camine dos minutos, hasta completar la media hora, durante dos o tres semanas. Si paulatinamente incrementa el tiempo que corre y disminuye el que camina, en dos o tres meses seguramente estará corriendo con relativa facilidad aún en terrenos con subidas y bajadas.

Con la lectura pasa algo parecido. Si no tiene costumbre de hacerlo, no comience con Crimen y castigo de Fiodor Dostoyevski, Los miserables de Víctor Hugo o Madame Bovary de Gustave Flaubert; así su mejor amigo le haya regalado Conversación en La Catedral de Mario Vargas Llosa o La Insoportable Levedad Del Ser de Milan Kundera (si su amigo leyera no se los hubiera regalado), no se lance a la aventura de leerlos.

Para comenzar a correr, decíamos: caminar en un terreno llano. Para empezar a leer disponga de 30 minutos y elija algo que le interese, por muy banal que le parezca; de eso que eligió, lea, digamos 3 párrafos, 3 veces; al terminar, cuéntele a alguien lo que ha leído, como si hubiera ido al cine y le cuenta la película a un amigo; si no tiene a quién, a su amigo invisible. Luego, como al correr, pasadas unas semanas, aumente los párrafos a leer y disminuya las relecturas. 

Al leer, olvídese de la velocidad. Al comienzo, cuanto más rápido lea, más superficial será su comprensión. Se frustrará y creerá que pierde el tiempo o que nació con una discapacidad genética para la lectura.


Adquiera el hábito. Si es constante, le garantizo que en unos dos o tres meses se estará riendo de la jerga pretenciosa con la que muchos “académicos” buscan impresionar más que ilustrar.