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martes, 15 de febrero de 2011
¡Por qué no se callan!
jueves, 6 de enero de 2011
Escasez de agua
jueves, 26 de noviembre de 2009
Cual bandada de palomas…
Virgilio Dávila[1]
Ojeando “El alma de la empresa” del psicólogo Bernardo Ahlborn leo: “Carlos IV decía que no convenía que se haga general la ilustración en América, y a su heredero Fernando VII le irritaba que se generalizara lo que él llamaba “la funesta manía de pensar”, expresión ésta celebrada en una “memorable” carta por las autoridades de la catalana Universidad de Cervera. Por esos tiempos el fin de la pedagogía consistía en repetir lo que estaba autorizado pues la verdad “ya había sido descubierta y dicha”.
Vista la realidad pareciera que esa situación no ha cambiado. El imperio sigue, como entonces, premiando todo lo que mantenga distante “la funesta manía de pensar”. Claro, ahora a través de otros mecanismos como los “acuerdos de libre comercio” que imponen los países poderosos, por el cual, la educación, ha sido reducida a un servicio comercial.
¿Teníamos un mejor panorama antes? En el seminario “Alternativas de reforma de la educación secundaria[2]” se repetía lugares comunes de nuestra realidad respecto a la universalización de la enseñanza media: “la falta de cobertura afecta primordialmente a los pobres”, “en las pasadas 4 décadas se atendió poco y mal la formación de maestros y profesores. Hoy los resultados de las pruebas de conocimientos juzgan, más que las escasas competencias de los alumnos, la debilidad de la formación de los profesores”. Atención, esto se dice en países que han atendido mejor su educación.
En nuestro país, por omisión o desidia, se ha instituido la estafa de la educación. Y ésta es de tal magnitud que, en las condiciones actuales, el joven estudiante peruano no perdería nada, en términos académicos, si en los próximos dos años cerráramos las escuelas. Es más, las familias peruanas resultarían beneficiadas porque, siguiendo tradiciones ancestrales, los hijos desocupados serían convocados por los padres para asistirlos en el trabajo cotidiano donde, sin ninguna duda, ocuparían con mayor provecho formativo su tiempo. Pero claro, estas son posiciones insostenibles en el mundo actual. Las condiciones sociales contemporáneas demandan otro tipo de actitudes, pero me permito esbozar este “escenario alternativo” porque nuestra realidad educativa dista mucho de ser tal (educativa).
Sobre el problema de la educación opinan presidentes, ministros, sacerdotes, militares, etc., menos los interesados. Demandan mayor calificación en los maestros los menos calificados para hablar de ello.
Tsunesaburo Makiguchi en ‘La pedagogía de la creación de valores’ dice “el propósito de la educación es desarrollar el potencial creativo de cada niño y no “producir” servidores obedientes del estado”. En este enunciado se distingue la clave que ha permitido el desarrollo del hombre: la creatividad; sin ella aún seguiríamos en el paleolítico, sin embargo, ¿qué asignatura la cultiva?
¿El hombre o el negocio? ¿Qué debe preocupar a la educación? De un tiempo a esta parte nuestra “preocupación” predominante es la “computarización” de la educación: ¡cada estudiante con su computadora! Suena bonito, se vería bonito; en fin, cumple con los requisitos básicos del marketing. ¿Es secreto para alguien de que sólo se trata de un negocio más?
viernes, 9 de octubre de 2009
Réquiem por el Gran Parque de Lima
Sé que la causa fue noble. Además, los resultados estuvieron a la vista, ¿mayor éxito? Imposible. Por otro lado, seguramente más de uno me argumentaría, “para hacer tortillas hay que romper los huevos” más aún tratándose de un festival de gastronomía.
Pero...
Lima, conocida como la ciudad jardín, no lo es precisamente por los numerosos parques o jardines que la adornan, todo lo contrario. Luchando contra esta situación Don Alberto Andrade Carmona rescató de la muerte a algunos parques, entre ellos al “Parque de la Exposición”, y los entregó a la comunidad como “El Gran Parque de Lima” para su solaz y esparcimiento.
Al principio se disfrutaba no sólo de prados reverdecidos sino también de seguridad, tan extraña en estos tiempo. Todo tenía su lugar. Pero las cosas han ido cambiando, inopinadamente se fueron instalando negocios, ferias, juegos mecánicos, quioscos de comida y golosinas por todo el parque.
Dicen que no “hay mal que por bien no venga” pero parece que en Lima es al revés, “no hay bien que por mal no venga”. El exitoso festival benéfico no sólo hizo lo suyo, dejó agónico al Gran Parque de Lima: prados secos, flores mustias, cerros de basura y olores nauseabundos.
¿Por qué tuvieron que instalar sus pertrechos sobre los jardines si el lugar tiene suficiente piso de cemento para albergar todo lo que llevaron? Es más ¿por qué tuvieron que instalar esos toldos que cubrían el parque? Nunca entenderé eso. Me resulta tan enigmático como las mujeres que, siguiendo consejos de “especialistas”, se aplican afeites que ocultan su belleza.
Lo del festival gastronómico es sólo una anécdota, lo preocupante es ver como, poco a poco, el lugar va desmejorando por la acción de quienes lo tienen a su cargo.